36 Y el Señor se dirigió a Moisés y le dijo:
37 “Ordena a Eleazar, hijo de Aarón, que saque los incensarios de entre los restos del incendio, y que arroje lejos las brasas que aún haya en ellos.
38 Los incensarios de estos hombres que han muerto por haber pecado, han quedado consagrados porque fueron usados para presentar incienso delante de mí. Que conviertan, pues, ese metal en láminas para recubrir el altar, y para que sirva de advertencia a los israelitas.”
39 El sacerdote Eleazar recogió los incensarios de bronce que habían presentado los hombres que murieron en el incendio, y ordenó que fueran convertidos en láminas para recubrir el altar.
40 Esta fue una advertencia a los israelitas de que nadie, aparte de los descendientes de Aarón, podía acercarse al altar para ofrecer incienso al Señor; de lo contrario, le pasaría lo que a Coré y a sus compañeros. Y todo se hizo tal como el Señor se lo había ordenado a Eleazar por medio de Moisés.
41 Al día siguiente, todo el pueblo de Israel empezó a hablar contra Moisés y Aarón. Decían:–¡Estáis matando al pueblo del Señor!
42 Y todos se arremolinaban alrededor de Moisés y Aarón; pero ellos se dirigieron a la tienda del encuentro. En aquel momento la nube la cubrió, y se apareció la gloria del Señor.