2 Joás hizo lo que le agradaba al SEÑOR, lo obedeció toda su vida e hizo lo que el sacerdote Joyadá le enseñó.
3 Pero no destruyó los santuarios sobre las colinas. La gente seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en aquellos santuarios.
4 Joás dijo a los sacerdotes: «Hay mucho dinero en el templo del SEÑOR. La gente ha dado ofrendas al templo, ha pagado el impuesto del templo cuando se les levantaba el censo y ha donado dinero al templo simplemente porque querían hacerlo. Tomen ustedes ese dinero y úsenlo para reparar el templo del SEÑOR.
5 Cada sacerdote tomará el dinero que recibe de la gente a la que él sirve y lo usará para la reparación de los daños hechos al templo del SEÑOR».
6 Ya era el año veintitrés del reinado de Joás y los sacerdotes no habían reparado el templo.
7 Entonces el rey Joás llamó al sacerdote Joyadá y a los demás sacerdotes y les dijo: «¿Por qué no han reparado lo que hay que reparar del templo? No tomen para ustedes el dinero de la gente que ofrenda. Ese dinero se usará para la reparación del templo».
8 Los sacerdotes estuvieron de acuerdo con no cobrarle más dinero al pueblo, pues no estaban preparados para la reparación del templo.