30 Sin embargo la madre del niño le dijo: —¡Juro por el SEÑOR viviente y por su vida que no me iré sin usted! Así que Eliseo se levantó y la siguió.
31 Guiezi llegó a la casa antes que Eliseo y la mujer sunamita. Guiezi colocó el bastón en la cara del niño, pero el niño no habló ni respondió nada. Entonces Guiezi salió al encuentro de Eliseo y le dijo: —¡El niño no se despierta!
32 Eliseo entró a la casa y ahí estaba el niño, muerto, tendido en su cama.
33 Eliseo entró al cuarto y cerró la puerta. Entonces oró al SEÑOR.
34 Después Eliseo se acercó a la cama y se acostó sobre el niño. Puso sus ojos donde estaban los ojos del niño, su boca en la boca del niño, sus manos arriba de las manos del niño. Se acostó encima del niño hasta que su cuerpo entró en calor.
35 Entonces Eliseo se volvió y salió del cuarto. De nuevo entró en el cuarto hasta que el niño estornudó siete veces y abrió los ojos.
36 Eliseo llamó a Guiezi y le dijo: —¡Llama a la sunamita! Guiezi la llamó y ella se acercó a Eliseo, quien le dijo: —¡Toma al niño!