3 Dile al pueblo rebelde que el Señor DIOS les envía la siguiente parábola: »Coloca la olla sobre el fuego y ponle agua.
4 Agrégale pedazos de carne, los mejores cortes de pierna y lomo, y lo mejor de los huesos de la mejor oveja del rebaño.
5 Amontona leña debajo de ella para que hierva bien el agua y los huesos queden bien cocidos.
6 »Por lo tanto el Señor DIOS dice: ¡Ay de Jerusalén, ciudad sanguinaria! ¡Ay de esa olla oxidada cuyas manchas no se pueden quitar! Saca todos los pedazos de carne, pero no se los des a nadie.
7 Todavía tenía sangre en ella. Derramaron la sangre en la piedra del altar en vez de derramarla en el suelo y cubrirla con polvo, como lo indica la ley.
8 Yo la coloqué sobre la piedra para que el polvo no la cubriera, y así se encendiera mi ira e incitara a la venganza del derrame de sangre inocente.
9 »Por lo tanto, dice el Señor DIOS: ¡Ay de la ciudad sanguinaria! Yo mismo echaré más leña al fuego.