1 Entonces el SEÑOR me dijo: «Aunque Samuel y Moisés se hicieran presentes aquí, yo no tendría compasión de este pueblo. Aléjalos de mí y haz que se vayan de aquí.
2 Y si te preguntan a dónde ir, diles que esto dice el SEÑOR: “Los destinados a morir, morirán; los destinados a caer en la batalla, caerán en la batalla; los destinados al hambre, morirán de hambre; y los destinados al destierro, serán desterrados”.
3 »Esto dice el SEÑOR: “Los castigaré de cuatro maneras: morirán en la guerra, los arrastrarán los perros, se los comerán las aves del cielo y serán devorados por animales salvajes.
4 Haré que todas las naciones de la tierra se aterroricen al ver lo que voy a hacer con ellos, debido a lo que Manasés, hijo de Ezequías y rey de Judá, hizo con Jerusalén”.
5 »¿Quién tendrá compasión de ti, Jerusalén? ¿Quién sentirá lástima de ti? ¿Quién se va a preocupar de tu bienestar?
6 Tú me dejaste, dice el SEÑOR, te volviste atrás; por eso, cansado de tenerte compasión, levantaré mi mano contra ti y te destruiré.