16 Cuando yo recibía tus palabras, las devoraba; eran mi felicidad y la alegría de mi corazón porque tú me elegiste, SEÑOR Dios Todopoderoso.
17 No me he sentado a celebrar con los que andan en fiestas. Me he sentado solitario porque te pertenezco. Es que tú me llenaste de indignación contra ellos.
18 ¿Por qué no acaba mi dolor? ¿Por qué es tan grave e incurable mi herida que se niega a sanar? ¿Serás como un espejismo para mí, como una fuente en la que no se encuentra agua?
19 Entonces esto dijo el SEÑOR: «Si cambias y regresas a mí, yo te restauraré y estarás ante mi presencia. Si dejas de hablar bobadas y dices lo que en realidad tiene valor, entonces tú serás quien hable por mí. Son ellos los que tienen que volverse a ti y no tú quien tiene que volverse a ellos.
20 Te haré fuerte como una pared de bronce que puede resistir los ataques de este pueblo. Ellos pelearán contra ti, pero no podrán derrotarte. Puedes estar seguro de eso porque yo estoy contigo para salvarte y rescatarte. Es la decisión del SEÑOR.