3 Y al mismo tiempo dijeron a los dioses santos del país: «Ustedes también son fuertes y muy agradables».
4 Los que siguen a otro dios sufrirán mucho. Yo no participaré en las ofrendas sangrientas que ellos hacen a sus ídolos. Ni siquiera permitiré que mis labios pronuncien el nombre de esos dioses falsos.
5 SEÑOR, tú eres mi alimento, lo único que poseo de valor y la copa de la que bebo. ¡Mi futuro está en tus manos!
6 Con la tierra mía fue como ganarme la lotería. La mía es una herencia hermosa.
7 Adoro al SEÑOR porque él me guía; incluso en la noche, me orienta y guía mis pasos.
8 Siempre tomo en cuenta primero al SEÑOR; nada me hará tambalear, pues él está a mi lado.
9 Por eso mi corazón y mi alma estarán llenos de alegría y hasta mi cuerpo vivirá seguro por siempre.