5 Entonces, oí al ángel de las aguas que le decía a Dios: «Tú eres el que es y ha sido siempre. Tú eres el Santo y eres justo al hacer estos juicios.
6 Ellos derramaron la sangre de tu pueblo santo y de tus profetas. Ahora les diste sangre para que bebieran. Eso es lo que merecen».
7 Oí también que el altar decía: «Sí, Señor, Dios Todopoderoso, tus juicios son correctos y justos».
8 Después, el cuarto ángel vació su copa sobre el sol, y el sol recibió el poder de quemar a la gente con fuego.
9 Los seres humanos sufrieron graves quemaduras, pero no cambiaron su forma de pensar ni de vivir. No honraron a Dios, quien había mandado esas plagas, sino que maldijeron su nombre.
10 El quinto ángel vació su copa sobre el trono de la bestia y su reino se oscureció. La gente se mordía la lengua de dolor.
11 Pero no sintieron remordimiento por sus pecados ni dejaron de hacer maldades, sino que por sus dolores y sus llagas maldijeron al Dios del cielo.