14 Pronto, muy pronto ustedes los esclavos serán liberados. Las prisiones, el hambre y la muerte no son su destino.
15 Porque yo soy el SEÑOR Dios de ustedes, el SEÑOR todopoderoso, que para ustedes abrió senda seca a través del mar, entre las ondas rugientes.
16 Y yo he puesto en sus labios mis palabras y les he dado seguro refugio dentro de mi mano. Yo puse las estrellas en su sitio y modelé toda la tierra. Yo soy quien dice a Israel: «Tú eres mío».
17 ¡Despierta, despierta, Jerusalén! Ya sufriste demasiado la furia del SEÑOR ¡Has sufrido tanto que ya ni puedes levantarte!
18 Ni uno de tus hijos quedó con vida para ayudarte ni indicarte qué debes hacer.
19 Estos dos males te han tocado en suerte: desolación y destrucción. Sí, hambre y espada. ¿Y quién ha quedado para compadecerte? ¿Quién ha quedado para consolarte?
20 Porque tus hijos, sin fuerzas, están tirados por las calles, indefensos como venados atrapados en la red. Contra ti ha derramado el SEÑOR su furia y reprensión.