17 Luego salió otro ángel del templo que está en el cielo; portaba también una hoz bien afilada.
18 Inmediatamente del altar salió otro ángel que tenía poder para destruir el mundo con fuego, y le gritó al ángel que tenía la hoz: «¡Corta los racimos de los viñedos del mundo, porque ya las uvas están completamente maduras!»
19 El ángel arrojó la hoz sobre la tierra y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.
20 Y exprimieron las uvas en un lugar que está fuera de la ciudad, y de ése lugar brotó un río de sangre de trescientos kilómetros de extensión, en el que un caballo podía sumergirse hasta las bridas.