29 ¿No quema mi palabra como el fuego?—dice el Señor—.¿No es como un martillo poderosoque hace pedazos una roca?
30 »Por lo tanto —dice el Señor—, estoy en contra de estos profetas que se roban mensajes el uno al otro y alegan que provienen de mí.
31 Estoy en contra de estos profetas que con mucha labia dicen: “¡Esta profecía es del Señor!”.
32 Yo estoy contra estos falsos profetas. Sus sueños imaginarios son mentiras descaradas que llevan a mi pueblo a pecar. Yo no los envié ni los nombré, y no tienen ningún mensaje para mi pueblo. ¡Yo, el Señor, he hablado!
33 »Supongamos que alguien del pueblo o uno de los profetas o sacerdotes te pregunta: “Y ahora, ¿qué profecía te ha encargado el Señor?”. Debes responder: “¡Ustedes son la carga! ¡El Señor dice que los abandonará!”.
34 »Si algún profeta, sacerdote o alguien más dice: “Tengo una profecía del Señor”, castigaré a tal persona junto con toda su familia.
35 Ustedes deberán preguntarse el uno al otro: “¿Cuál es la respuesta del Señor?” o “¿Qué dice el Señor?”.