25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuando veis que aquel día se acerca.
26 Porque si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados,
27 sino una horrenda expectativa de juicio y fuego ardiente que ha de devorar a los adversarios.
28 El que menosprecia la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere sin ninguna misericordia.
29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que hollare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del convenio, en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?
30 Pues sabemos quien es el que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.
31 ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!