19 Le ruego a mi señor que se digne escuchar mis palabras. Si el Señor lo ha puesto en mi contra, seguramente aceptará una ofrenda de mi parte; pero si es algo provocado por alguien, que el Señor mismo maldiga a quienes me han obligado a vivir fuera de la tierra que el Señor nos ha dado, y me hacen servir a dioses ajenos.
20 Si voy a morir, que mi sangre no caiga lejos de la presencia del Señor. Su Majestad, el rey de Israel, anda en busca de una pulga, como quien persigue una perdiz por el monte.»
21 Entonces Saúl le dijo:«David, hijo mío: reconozco que he pecado. Regresa conmigo. Nunca más te haré daño, puesto que has tenido mi vida en alta estima. Por el contrario, yo he actuado como un necio; ¡he cometido un gran error!»
22 David le respondió:«Aquí está la lanza de Su Majestad. Que venga a recogerla alguno de sus sirvientes,
23 y que el Señor recompense a cada uno de nosotros según su justicia y lealtad. Hoy el Señor puso tu vida en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor.
24 Que así como tu vida ha sido muy valiosa para mí, también la mía lo sea para el Señor, y que él me libre de todas mis aflicciones.»
25 Y Saúl le respondió:«¡Que el Señor te bendiga, hijo mío! No tengo la menor duda de que tú harás grandes cosas, y que tendrás mucho éxito.»Después de esto, David se fue por su camino y Saúl regresó a su tierra.