10 No hay nada de lo que pueda decirse: «¡Miren, aquí hay algo nuevo!», porque eso ya existía mucho antes que nosotros.
11 Nadie recuerda lo que antes fue, ni nadie que nazca después recordará lo que está por suceder.
12 Yo soy el Predicador, y reiné sobre Israel en Jerusalén.
13 Me entregué de corazón a investigar y a estudiar minuciosamente todo lo que se hace bajo el cielo. Este penoso trabajo nos lo ha dado Dios, para que nos ocupemos de él.
14 Por lo tanto, escudriñé todo lo que se hace bajo el sol, y pude darme cuenta de que todo es vanidad y aflicción de espíritu;
15 ¡lo que está torcido no se puede enderezar, y lo que está incompleto no se puede contar!
16 Pensé entonces en lo íntimo de mi ser: «¡Miren cuánto me he engrandecido! ¡He llegado a ser más sabio que todos los que me antecedieron en Jerusalén! ¡Mi corazón ha percibido mucha sabiduría y mucha ciencia!»