25 Pero cuando Ester se presentó ante el rey, éste ordenó por carta que el perverso designio de Amán en contra de los judíos recayera sobre su propia cabeza, y que él y sus hijos fueran colgados en la horca.
26 Por causa del nombre «pur» estos días fueron llamados «Purim»; y por lo que decía la carta, y por lo que ellos mismo vieron y pudieron entender,
27 los judíos establecieron como norma el no dejar de celebrar cada año estos dos días, según está escrito. Esta norma regiría sobre todos sus descendientes y allegados,
28 y estos días serían recordados y celebrados por todas las generaciones, familias, provincias y ciudades. Los días de «purim» no dejarían de ser observados por los judíos, ni sus descendientes dejarían jamás de celebrarlos.
29 Esta segunda carta referente a la fiesta de «purim» la suscribieron con plena autoridad la reina Ester hija de Abijaíl y Mardoqueo el judío.
30 Las cartas enviadas a todos los judíos de las ciento veintisiete provincias del reino de Asuero, contenían un mensaje de paz y de verdad,
31 y confirmaban la celebración de estos días de «purim» en el tiempo señalado, conforme a las órdenes de Mardoqueo el judío y la reina Ester. Los judíos y sus descendientes se comprometían a conmemorar el fin de los ayunos y lamentos.