5 El Señor de los ejércitos protegerá a Jerusalén como protegen las aves a sus polluelos: la librará, la preservará y la salvará.
6 Ustedes, israelitas: ¡vuélvanse a aquel contra quien tanto se han rebelado!
7 Ciertamente, cuando llegue ese día, todos ustedes arrojarán los ídolos de oro y plata que se hicieron con sus manos pecadoras.
8 Asiria caerá a filo de espada, pero no de espada humana; delante de esa espada huirá, y sus jóvenes serán obligados a pagar tributo.
9 De miedo sucumbirá su fortaleza, y llenos de pavor sus príncipes abandonarán sus banderas.—Palabra del Señor, cuyo fuego está en Sión y cuyo horno está en Jerusalén.