25 ¡Haz que tu padre y tu madre se alegren!¡Haz que se regocije la madre que te dio a luz!
26 Hijo mío, entrégame tu corazón,y no apartes la mirada de mis caminos.
27 Porque la ramera es un abismo profundo;la mujer ajena es un pozo estrecho.
28 Siempre está al acecho, como los ladrones,y hace que el pecado aumente entre los hombres.
29 ¿Quién se queja? ¿Quién se duele?¿Quién se ve envuelto en pleitos?¿Quién sufre? ¿Quién es herido sin razón?¿Quién anda con los ojos morados?
30 ¡El que se pasa el tiempo tomando vino!¡El que anda en busca de bebidas mezcladas!
31 No dejes que te atraiga lo rojo del vino;¡que no te deslumbre su brillo en la copa!Suavemente se desliza por la garganta,