2 y para mostrarse paciente con los ignorantes y extraviados, ya que él mismo adolece de la debilidad humana.
3 Por eso mismo debe presentar una ofrenda por sus propios pecados, así como por los del pueblo.
4 Pero nadie puede tomar este honor por cuenta propia, sino sólo el que es llamado por Dios, como en el caso de Aarón.
5 Tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino que ese honor se lo dio el que le dijo:«Tú eres mi Hijo,yo te he engendrado hoy»,
6 y que en otro lugar también dice:«Tú eres sacerdote para siempre,según el orden de Melquisedec».
7 Cuando Cristo vivía en este mundo, con gran clamor y lágrimas ofreció ruegos y súplicas al que lo podía librar de la muerte, y fue escuchado por su temor reverente.
8 Aunque era Hijo, aprendió a obedecer mediante el sufrimiento;