16 Simón Pedro respondió: «¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!»
17 Entonces Jesús le dijo: «Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en los cielos.
18 Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no podrán vencerla.
19 A ti te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos.»
20 Entonces mandó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era Jesús, el Cristo.
21 Desde entonces Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y padecer mucho a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y morir, y resucitar al tercer día.
22 Pedro lo llevó aparte y comenzó a reconvenirlo: «Señor, ¡ten compasión de ti mismo! ¡Que esto jamás te suceda!»