1 Cuando alguno de ustedes tenga un problema serio con otro miembro de la iglesia, no debe pedirle a un juez de este mundo que lo solucione. Más bien debe pedírselo a un juez de la iglesia.
2 Porque, en el juicio final, el pueblo de Dios será el que juzgue al mundo. Y si ustedes van a juzgar al mundo, también pueden juzgar los problemas menos importantes.
3 Si vamos a juzgar a los ángeles mismos, ¡con mayor razón podemos juzgar los problemas de esta vida!
4 ¿Por qué tratan de resolver esos problemas con jueces que no pertenecen a la iglesia?
5 Les digo esto para que les dé vergüenza. Entre ustedes hay gente sabia, que puede juzgar y solucionar los problemas.
6 Pero ustedes no sólo pelean el uno contra el otro, ¡sino que hasta buscan jueces que no creen en Jesús, para solucionar sus pleitos!