29 ¿Por ventura mi palabra no es como el fuego, dice el SEÑOR, y como martillo que quebranta la piedra?
30 Por tanto, he aquí yo estoy contra los profetas, dice el SEÑOR, que hurtan mis palabras cada uno de su más cercano.
31 He aquí, yo estoy contra los profetas, dice el SEÑOR, que endulzan sus lenguas, y dicen: El dijo.
32 He aquí, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, dice el SEÑOR y los contaron, e hicieron errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié, ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, dijo el SEÑOR.
33 Y cuando te preguntare este pueblo, o el profeta, o el sacerdote, diciendo: ¿Qué es la carga del SEÑOR? Les dirás: ¿Qué carga? Os dejaré, dijo el SEÑOR.
34 Y el profeta, y el sacerdote, y el pueblo, que dijere: Carga del SEÑOR; yo visitaré sobre tal hombre y sobre su casa.
35 Así diréis cada cual a su compañero, y cada cual a su hermano: ¿Qué respondió el SEÑOR, y qué habló el SEÑOR?