4 Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Baste ya, oh SEÑOR, quita mi vida; que no soy yo mejor que mis padres.
5 Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido: y he aquí luego un ángel que le tocó, y le dijo: Levántate, come.
6 Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y un vaso de agua; y comió y bebió y se volvió a dormir.
7 Y volviendo el ángel del SEÑOR la segunda vez, le tocó, diciendo: Levántate, come; porque gran camino te resta.
8 Se levantó, pues, y comió y bebió; y caminó con la fortaleza de aquella comida cuarenta días y cuarenta noches, hasta el monte de Dios, Horeb.
9 Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra del SEÑOR, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?
10 Y él respondió: He sentido un vivo celo por el SEÑOR Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada tus profetas; y yo solo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.