26 Un año después, Ben-hadad pasó revista a los sirios y se trasladó a Afec para luchar contra Israel.
27 También los israelitas pasaron revista a sus fuerzas y las aprovisionaron, y salieron al encuentro de los sirios. Acampados frente a los sirios, parecían apenas dos rebaños de cabras, pues los sirios ocupaban todo el terreno.
28 En esto se presentó un profeta ante el rey de Israel, y le dijo:–Así dice el Señor: ‘Puesto que los sirios han dicho que yo soy un dios de las montañas y no un dios de los valles, voy a entregar en tus manos a toda esta gran multitud. Así sabrás que yo soy el Señor.’
29 Durante siete días, sirios e israelitas estuvieron acampados frente a frente, y el séptimo día tuvo lugar la batalla. Ese día los israelitas mataron a cien mil soldados sirios de infantería.
30 El resto del ejército huyó a la ciudad de Afec, pero la muralla de la ciudad cayó sobre los veintisiete mil hombres que habían logrado escapar. Ben-hadad también huyó, y llegó a la ciudad y se escondió de habitación en habitación.
31 Entonces sus oficiales le dijeron:–Hemos sabido que los reyes israelitas cumplen los tratos que hacen; así que pongámonos ropas ásperas y una soga en el cuello, y vayamos ante el rey de Israel, a ver si nos perdona la vida.
32 Entonces se pusieron ropas ásperas y una soga en el cuello, y presentándose ante el rey de Israel le dijeron:–Ben-hadad ruega a Su Majestad que le perdone la vida.Ahab respondió:–¿Vive todavía? ¡Para mí es como un hermano!