24 Luego ordenó:–¡Traedme una espada!Cuando le llevaron la espada al rey,
25 ordenó:–Partid en dos al niño vivo y dadle la mitad a cada una.
26 Pero la madre del niño vivo se angustió profundamente por su hijo, y suplicó al rey:–¡Por favor! ¡No mate Su Majestad al niño! ¡Mejor es que se lo dé a esta mujer!Pero la otra dijo:–Ni para mí ni para ti. ¡Que lo partan!
27 Entonces intervino el rey y ordenó:–Entregad a aquella mujer el niño vivo. No lo matéis, porque ella es su verdadera madre.
28 Todo Israel se enteró de la sentencia con que el rey había resuelto el pleito, y sintieron respeto por él, porque vieron que Dios le había dado sabiduría para administrar justicia.