1 Entonces Samuel tomó un frasco de aceite, lo derramó sobre la cabeza de Saúl y le dijo:–El Señor te consagra hoy gobernante de Israel, su pueblo. Tú lo gobernarás y lo librarás de los enemigos que lo rodean. Y esta será la prueba de que el Señor te ha declarado gobernante de su pueblo:
2 ahora que te separas de mí, encontrarás dos hombres cerca de la tumba de Raquel, en Selsah, en el territorio de Benjamín. Ellos te dirán que ya se han encontrado las asnas que buscabas, y que tu padre ya no está preocupado por ellas sino por vosotros, y se pregunta qué puede hacer por ti.
3 Más adelante, cuando llegues a la encina de Tabor, saldrán a tu encuentro tres hombres que suben a Betel para adorar a Dios. Uno llevará tres chivos, otro tres panes y el tercero un odre de vino.
4 Te saludarán y te ofrecerán dos panes. Acéptalos.
5 Después llegarás a Guibeá de Dios, donde hay una guarnición filistea. Al entrar en la ciudad te encontrarás con un grupo de profetas en trance, que bajan del santuario. Delante de ellos irá gente tocando salterios, panderos, flautas y arpas.
6 Entonces el espíritu del Señor se apoderará de ti, y caerás en trance como ellos y te transformarás en otro hombre.