14 Por tanto, he jurado contra la familia de Elí que su maldad no se borrará jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas.
15 Después de esto, Samuel se acostó hasta la mañana siguiente, y entonces abrió las puertas del templo del Señor. Samuel tenía miedo de contarle a Elí la visión que había tenido,
16 pero Elí lo llamó y le dijo:–¡Samuel, hijo mío!–Aquí estoy –respondió él.
17 Elí le preguntó:–¿Qué es lo que te ha dicho el Señor? Te ruego que no me ocultes nada. ¡Que Dios te castigue con dureza si me ocultas algo de todo lo que te ha dicho!
18 Samuel le declaró todo el asunto, sin ocultarle nada, y Elí exclamó:–¡Él es el Señor! ¡Hágase lo que a él le parezca mejor!
19 Samuel creció, y el Señor le ayudó y no dejó de cumplir ninguna de sus promesas.
20 Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, reconoció que Samuel era un verdadero profeta del Señor.