1 Pasado algún tiempo, murió Nahas, el rey de los amonitas, y en su lugar reinó su hijo Hanún.
2 Entonces David pensó que debía tratar a Hanún, el hijo de Nahas, con la misma bondad con que su padre le había tratado a él, y envió a unos de sus oficiales para que dieran a Hanún el pésame por la muerte de su padre. Pero cuando los oficiales de David llegaron al país amonita,
3 los jefes amonitas dijeron a Hanún, su soberano: “¿Y cree Su Majestad que David ha enviado esos hombres a dar el pésame, tan solo para honrar al padre de Su Majestad? ¡Seguramente los ha enviado para inspeccionar y espiar la ciudad, y luego destruirla!”
4 Entonces Hanún ordenó que apresaran a los oficiales de David, que les afeitaran media barba y que les rasgaran la ropa de arriba abajo, hasta las nalgas. Después los despidió.