9 diciéndole:–¡Viva Su Majestad para siempre y sea su nombre siempre recordado!
10 Su Majestad ha ordenado que todo el mundo se arrodille y adore la estatua de oro tan pronto como se oiga el sonido de los instrumentos musicales,
11 y que aquel que no lo haga sea arrojado a un horno encendido.
12 Pues bien, hay unos judíos, a quienes Su Majestad puso al frente de la administración de la provincia de Babilonia, que no tienen el menor respeto a Su Majestad, ni adoran a los dioses ni la estatua de oro que Su Majestad ha mandado levantar. Ellos son Sadrac, Mesac y Abed-negó.
13 Nabucodonosor, muy furioso, mandó que llevaran ante él a Sadrac, Mesac y Abed-negó. Una vez en su presencia,
14 les preguntó:–¿Es verdad que vosotros no adoráis a mis dioses ni a la estatua de oro que yo he mandado hacer?
15 ¿Estáis dispuestos, tan pronto como oigáis la música, a inclinaros ante la estatua que yo he mandado hacer, y adorarla? Porque si no la adoráis, seréis arrojados inmediatamente a un horno encendido, y ¿qué dios podrá entonces salvaros?