7 Luego se puso a gritar y llamar a los adivinos, sabios y astrólogos de Babilonia, y les dijo:–El que lea lo que ahí está escrito y me explique lo que quiere decir, será vestido con ropas de púrpura, llevará una cadena de oro en el cuello y ocupará el tercer lugar en el gobierno de mi reino.
8 Todos los sabios que estaban al servicio del rey entraron en la sala, pero nadie pudo entender el significado de lo escrito ni explicárselo al rey.
9 Entonces le entró tanto miedo al rey Belsasar, que su cara se puso lívida. Las personalidades del gobierno no sabían qué hacer,
10 pero la reina madre, atraída por los gritos de su hijo el rey y de los grandes personajes invitados, entró en la sala del banquete y dijo:–¡Viva Su Majestad para siempre! Y no se preocupe ni se ponga pálido,
11 que en su reino hay un hombre guiado por el espíritu del Dios santo. Cuando el padre de Su Majestad era rey, ese hombre demostró tener una mente clara, e inteligencia y sabiduría como la de los dioses. Por eso el rey Nabucodonosor, padre de Su Majestad, nombró a ese hombre jefe de todos los magos, adivinos, sabios y astrólogos de la nación,
12 ya que en Daniel, a quien el rey puso por nombre Beltsasar, había un espíritu extraordinario, e inteligencia y ciencia para entender el significado de los sueños, explicar el sentido de las palabras misteriosas y resolver los asuntos complicados. Llame Su Majestad a Daniel, y él le dará a conocer el significado de lo que está escrito en la pared.
13 Daniel fue llevado ante el rey, y el rey le preguntó:–¿Eres tú Daniel, uno de aquellos prisioneros judíos que mi padre, el rey Nabucodonosor, trajo de Judea?