8 A todo aquel que no llegara en el plazo de tres días, según lo determinaron los jefes y consejeros, se le expropiarían sus bienes y se le expulsaría de la comunidad de los que volvieron del destierro.
9 Por lo tanto, todos los hombres de Judá y de Benjamín se reunieron en Jerusalén el día veinte del mes noveno, es decir, en el término de tres días. Todos ellos se sentaron en la plaza del templo de Dios, temblando por causa de aquel asunto y de la lluvia que caía.
10 Entonces el sacerdote Esdras se puso en pie y les dijo:–Habéis pecado al casaros con mujeres extranjeras, aumentando así la culpa de Israel.
11 Por tanto, aquí, ante el Señor y Dios de vuestros padres, reconoced que sois culpables y cumplid la voluntad del Señor. Apartaos de la gente pagana y de esas mujeres extranjeras.
12 Y toda la gente respondió en alta voz:–Sí, haremos lo que tú nos ordenes.
13 Pero somos muchos y no deja de llover; además, no podemos quedarnos en la calle, ya que este asunto no es cosa de un día ni dos, pues somos muchos los que hemos cometido este pecado.
14 Será mejor que se queden aquí nuestros jefes en representación nuestra, y que todos los que vivan en nuestras ciudades y se hayan casado con mujeres extranjeras vengan en una fecha indicada, acompañados por las autoridades y jueces de su ciudad, hasta que la ardiente ira de nuestro Dios por este asunto se aparte de nosotros.