23 Moisés levantó su brazo hacia el cielo, y el Señor envió truenos, rayos y granizo sobre la tierra. Hizo que granizara en todo Egipto,
24 y el granizo y los rayos caían sin cesar. Jamás en toda la historia de Egipto había caído una granizada tan fuerte.
25 El granizo destrozó todo lo que había en el territorio egipcio: destruyó hombres y animales, y todas las plantas del campo, y desgajó además todos los árboles del país.
26 A pesar de eso, en la tierra de Gosen, donde vivían los israelitas, no cayó un solo granizo.
27 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y Aarón, y les dijo:–Reconozco que he pecado. La culpa es mía y de mi pueblo, y no del Señor.
28 Demasiados truenos y granizo hemos tenido ya, así que no voy a deteneros más. Pedidle al Señor por nosotros, y yo os dejaré ir.
29 Moisés le contestó:–Tan pronto como yo salga de la ciudad, levantaré mis manos en oración al Señor. Entonces dejará de granizar y no habrá más truenos, para que sepas que la tierra es del Señor.