30 Pero yo sé bien que ni tú ni tus funcionarios tenéis todavía temor de Dios el Señor.
31 Los sembrados de lino y de cebada quedaron destrozados, pues la cebada estaba ya en espiga, y el lino en flor.
32 Pero al trigo y al centeno no les pasó nada, porque brotan más tarde.
33 Cuando Moisés salió de la ciudad, después de haber estado con el faraón, levantó sus manos al Señor en oración. Inmediatamente dejó de granizar y de llover, y no hubo más truenos.
34 Pero en cuanto el faraón vio que ya no llovía, ni granizaba, ni había truenos, volvió a pecar. Y no sólo él se puso terco, sino también sus funcionarios.
35 El faraón se puso terco y no dejó ir a los israelitas, tal como el Señor lo había dicho antes por medio de Moisés.