2 Y el Señor dijo al hombre vestido de lino: “Métete entre las ruedas del carro, debajo de los seres alados, y toma un puñado de brasas encendidas, de esas que están en medio de los seres alados, y espárcelas sobre la ciudad.”Y vi cómo el hombre se metió.
3 En aquel momento los seres alados estaban al sur del templo, y una nube llenaba el atrio interior.
4 Entonces la gloria del Señor se elevó de encima de los seres alados y se dirigió a la entrada del templo; la nube llenó el templo, y el atrio se iluminó con el resplandor de la gloria del Señor.
5 El ruido que hacían las alas de los seres alados se oía hasta en el atrio exterior. Era como si el Dios todopoderoso estuviera hablando.
6 Entonces el Señor ordenó al hombre vestido de lino que tomara fuego de entre las ruedas del carro, de en medio de los seres alados. El hombre fue y se puso junto a una de las ruedas.
7-8 Debajo de las alas de los seres alados se veía algo como una mano de hombre. Uno de ellos extendió la mano hacia el fuego que estaba en medio, y tomando un poco lo puso en las manos del hombre vestido de lino, que lo tomó y se fue.
9 Junto a los seres alados vi cuatro ruedas, una junto a cada uno de ellos. Las ruedas brillaban como si fueran de topacio.