4 Entonces la gloria del Señor se elevó de encima de los seres alados y se dirigió a la entrada del templo; la nube llenó el templo, y el atrio se iluminó con el resplandor de la gloria del Señor.
5 El ruido que hacían las alas de los seres alados se oía hasta en el atrio exterior. Era como si el Dios todopoderoso estuviera hablando.
6 Entonces el Señor ordenó al hombre vestido de lino que tomara fuego de entre las ruedas del carro, de en medio de los seres alados. El hombre fue y se puso junto a una de las ruedas.
7-8 Debajo de las alas de los seres alados se veía algo como una mano de hombre. Uno de ellos extendió la mano hacia el fuego que estaba en medio, y tomando un poco lo puso en las manos del hombre vestido de lino, que lo tomó y se fue.
9 Junto a los seres alados vi cuatro ruedas, una junto a cada uno de ellos. Las ruedas brillaban como si fueran de topacio.
10 Las cuatro ruedas eran iguales y parecían estar una dentro de la otra.
11 Cuando los seres alados avanzaban en una de las cuatro direcciones, no tenían que volverse, sino que avanzaban en la dirección en que iba el de delante.