2 y el Señor se dirigió a mí y me dijo:
3 “Tú, hombre, habla a los ancianos de Israel y diles: ‘Esto dice el Señor: ¿Venís vosotros a consultarme? Pues yo, el Señor, juro por mi vida que no me dejaré consultar por vosotros.’
4 Júzgalos más bien tú, hombre; júzgalos y hazles reconocer las cosas detestables que sus padres cometieron.
5 Diles: ‘Esto dice el Señor: Cuando elegí a Israel, hice un juramento a sus descendientes y me manifesté a ellos en Egipto. Solemnemente les juré: Yo soy el Señor vuestro Dios.
6 Aquel día me comprometí a sacarlos de Egipto y llevarlos al país que yo les había buscado, un país donde la leche y la miel corren como el agua: ¡el más hermoso de todos los países!
7 Y a todos, sin excepción, les ordené que se deshicieran de sus detestables dioses y que no se mancharan con los ídolos de Egipto, porque yo, el Señor, soy su Dios.
8 ‘Pero ellos se rebelaron contra mí y no quisieron escucharme; no se deshicieron de sus detestables dioses ni abandonaron los ídolos de Egipto. Yo pensé en descargar mi ira contra ellos y castigarlos en Egipto hasta que mi furor quedara satisfecho;