42 Se escuchaban los gritos de una multitud haciendo fiesta; eran hombres venidos del desierto, que adornaban a las mujeres poniéndoles brazaletes en los brazos y hermosas coronas en la cabeza.
43 Yo me decía: ‘Ahora van a servirse de estas prostitutas gastadas por los adulterios. ¡Nada menos que con ellas!
44 Vienen a Oholá y Oholibá, mujeres libertinas, como quien va a las prostitutas.’
45 Pero los hombres justos dictarán contra ellas la sentencia que merecen las adúlteras y las asesinas. Porque son adúlteras, y tienen las manos manchadas de sangre.”
46 Esto dice el Señor: “Que se reúna el pueblo contra ellas, que las haga sentir pánico y las robe;
47 que el pueblo entero las mate a pedradas y las atraviese con sus espadas; que mate a sus hijos e hijas y queme sus casas.
48 Yo haré que desaparezca del país esta conducta infame. Así todas las mujeres aprenderán la lección y no seguirán su ejemplo inmoral.