21 Si tú, en cambio, exhortas a ese hombre a no pecar y él no peca, seguirá viviendo, porque hizo caso de la exhortación, y tú salvarás tu vida.”
22 El Señor puso allí mismo su mano sobre mí y me dijo: “Levántate y sal a la llanura, que allí te voy a hablar.”
23 Me levanté y salí a la llanura, y allí vi la gloria del Señor como la había visto a orillas del río Quebar. Me incliné hasta tocar el suelo con la frente,
24 pero el poder de Dios entró en mí y me hizo poner de pie. Entonces el Señor me habló de esta manera: “Ve y enciérrate en tu casa.
25 Mira, te van a atar con cuerdas, de manera que no podrás salir y estar con el pueblo.
26 Además yo haré que la lengua se te quede pegada al paladar, y que te quedes mudo. No podrás reprenderlos, aunque son un pueblo rebelde.
27 Pero cuando yo quiera decirte algo, te devolveré el habla y entonces les dirás: ‘Esto dice el Señor.’ El que quiera oir, oirá, pero el que no quiera, no oirá. Porque son un pueblo rebelde.