21 “Yo le he roto el brazo al faraón, rey de Egipto, y nadie se lo ha curado ni vendado para que recobre su fuerza y pueda volver a empuñar la espada.
22 Por eso yo, el Señor, digo: Yo me declaro enemigo del faraón, el rey de Egipto. Voy a romperle los dos brazos, el bueno y el que ya tenía roto, y haré que se le caiga la espada de la mano.
23 Dispersaré a los egipcios entre las demás naciones, los esparciré por los diversos países.
24 Daré fuerza a los brazos del rey de Babilonia, y pondré mi espada en su mano. Voy a romperle al faraón los brazos, y él se quejará al sentirse herido delante de su enemigo.
25 Daré fuerzas a los brazos del rey de Babilonia y se las quitaré a los brazos del faraón. Cuando yo ponga mi espada en la mano del rey de Babilonia y él la levante contra Egipto, reconocerán que yo soy el Señor.
26 Dispersaré a los egipcios entre los demás pueblos y naciones, y entonces reconocerán que yo soy el Señor.”