6 Se dispersaron por todos los montes y cerros altos, se extraviaron por toda la tierra y no hubo nadie que se preocupara por ellas y fuera a buscarlas.
7 ‘Así que, pastores, escuchad bien mis palabras.
8 Yo, el Señor, lo juro por mi vida: Fieras salvajes de todas clases han robado y devorado a mis ovejas, que no tienen pastor. Mis pastores no van en busca de las ovejas. Los pastores cuidan de sí mismos, pero no de mi rebaño.
9 Por eso, pastores, escuchad las palabras
10 que yo, el Señor, os dirijo: Pastores, yo me declaro vuestro enemigo y os voy a reclamar mi rebaño; voy a quitaros el encargo de cuidarlo, para que no os sigáis cuidando a vosotros mismos; rescataré a mis ovejas, para que no os las sigáis comiendo.’
11 “Yo, el Señor, digo: Yo mismo me encargaré del cuidado de mi rebaño.
12 Como el pastor que se preocupa por sus ovejas cuando están dispersas, así me preocuparé yo de mis ovejas; las rescataré de los lugares por donde se dispersaron un día oscuro y de tormenta.