1 El hombre me llevó a la puerta oriental,
2 y vi que la gloria del Dios de Israel venía de oriente. Se oía un ruido muy fuerte, como el de un río caudaloso, y la tierra se llenó de luz.
3 La visión era como la que yo tuve cuando el Señor vino a destruir Jerusalén y como la que tuve junto al río Quebar. Me incliné hasta tocar el suelo con la frente,
4 y la gloria del Señor entró hasta el templo por la puerta oriental.
5 Entonces el poder de Dios me levantó y me llevó al atrio interior, y vi que la gloria del Señor había llenado el templo.