7 y me decía: “Este es el lugar de mi trono, el lugar donde pongo mis pies; aquí viviré por siempre en medio de los israelitas. Ni ellos ni sus reyes volverán a deshonrar con sus infidelidades mi santo nombre: no volverán a construir monumentos a sus reyes después de su muerte
8 ni a construir sus palacios de manera que sus puertas queden junto a las puertas de mi templo, con sólo una pared por medio. Ellos deshonraron mi santo nombre con acciones que detesto; por eso me enojé con ellos y los hice morir.
9 Que alejen ahora de mí sus infidelidades y los monumentos a sus reyes, y yo viviré en medio de ellos para siempre.
10 Y tú, hombre, cuenta a los israelitas lo que viste del templo, y de sus planos y medidas, para que se avergüencen de sus pecados.
11 Y si se avergüenzan de todo lo que han hecho, explícales la forma del templo y lo que hay en él: las salidas y las entradas y, en fin, todo el plano, lo mismo que las leyes que deben cumplir. Dibújales todo esto para que tengan una idea clara del diseño y lo lleven a cabo. Escríbeles también todas las leyes, para que puedan cumplirlas.
12 Esta es la ley del templo: todo el terreno que rodea al templo sobre el monte será un lugar sumamente sagrado.”
13 Estas eran las medidas del altar, usando las medidas de antes. Alrededor del altar había una zanja de medio metro de profundidad y medio de anchura rodeada por un borde de veinticinco centímetros de altura. La base del altar era así: