1 El hombre me volvió a llevar a la entrada exterior del templo, que daba a oriente y estaba cerrada.
2 Allí el Señor me dijo: “Esta entrada quedará cerrada; no deberá abrirse. Nadie podrá entrar por ella, porque por ella ha entrado el Señor, el Dios de Israel. Así pues, quedará cerrada.
3 Solo podrá entrar el gobernante, para sentarse a comer la comida sagrada en presencia del Señor. Deberá entrar por el vestíbulo de la puerta y salir por el mismo sitio.”
4 El hombre me llevó después por la entrada del norte, frente al templo. Vi que la gloria del Señor había llenado el templo y me incliné hasta tocar el suelo con la frente.
5 Entonces el Señor me dijo: “Tú, hombre, abre bien los ojos y escucha atentamente todo lo que te voy a decir acerca de las leyes y normas del templo. Fíjate bien en quiénes son los que pueden entrar en el templo y salir de él.