16 “Yo, el Señor, digo: Si el gobernante regala a uno de sus hijos parte del terreno que le pertenece, pasará a ser propiedad hereditaria de sus descendientes.
17 Pero si el gobernante regala parte de su terreno a uno de sus servidores, solamente será suya hasta el año de liberación, en el que volverá a ser propiedad del gobernante y quedará como herencia de sus hijos.
18 El gobernante no tiene el derecho de despojar a nadie de su propiedad. Lo que dé a sus hijos como herencia, deberá dárselo de sus propiedades; así nadie se quedará sin su propiedad ni se dispersará mi pueblo.”
19 Luego el hombre me llevó, por la entrada que había al lado de la puerta, a las cámaras que daban hacia el norte y que estaban consagradas exclusivamente para los sacerdotes. Señalándome un lugar hacia occidente, por la parte de atrás,
20 me dijo: “Aquí es donde los sacerdotes hervirán la carne de los animales ofrecidos como sacrificio por la culpa o por el pecado, y cocerán la ofrenda de cereales. Así no tendrán que sacar esas cosas al atrio exterior ni el pueblo entrará en contacto con las cosas sagradas.”
21-22 Luego me llevó al atrio exterior y me hizo recorrer sus cuatro ángulos. Vi que en cada uno de los cuatro ángulos del atrio había un patio pequeño. Todos tenían las mismas medidas de veinte metros por quince;
23 alrededor de ellos había un muro de piedra, y al pie de todo el muro había fogones.