3 Entonces la gloria del Dios de Israel se elevó de encima de los seres alados, donde había estado, y se dirigió a la entrada del templo. El Señor llamó al hombre vestido de lino que llevaba a la cintura instrumentos de escribir,
4 y le dijo: “Recorre la ciudad de Jerusalén, y pon una señal en la frente de los que sientan tristeza y pesar por todas las cosas detestables que se hacen en ella.”
5-6 Luego oí que decía a los otros hombres: “Id tras él a recorrer la ciudad y, comenzando por mi templo, matad sin compasión a ancianos, jóvenes, muchachas, niños y mujeres. Pero no toquéis a nadie que tenga la señal.” Ellos, entonces, comenzaron por los ancianos que estaban delante del templo.
7 Después les dijo: “Id al templo, profanadlo y llenad de cadáveres sus atrios.”Ellos salieron y comenzaron a matar gente en la ciudad.
8 Mientras lo hacían, yo me quedé solo. Entonces me incliné hasta tocar el suelo con la frente, y lleno de dolor grité: “Señor, ¿descargarás tu ira sobre Jerusalén hasta destruir lo poco que queda de Israel?”
9 El Señor me respondió: “El pecado del pueblo de Israel y de Judá es muy grande. El país está lleno de crímenes; la ciudad, llena de injusticia. Piensan que yo he abandonado el país y que no veo lo que hacen.
10 Pues no tendré compasión de ellos, sino que les pediré cuentas de su conducta.”