8 Mientras lo hacían, yo me quedé solo. Entonces me incliné hasta tocar el suelo con la frente, y lleno de dolor grité: “Señor, ¿descargarás tu ira sobre Jerusalén hasta destruir lo poco que queda de Israel?”
9 El Señor me respondió: “El pecado del pueblo de Israel y de Judá es muy grande. El país está lleno de crímenes; la ciudad, llena de injusticia. Piensan que yo he abandonado el país y que no veo lo que hacen.
10 Pues no tendré compasión de ellos, sino que les pediré cuentas de su conducta.”
11 Entonces el hombre vestido de lino que llevaba a la cintura instrumentos de escribir, volvió y dijo: “Ya he cumplido la orden que me diste.”