13 Labán, al oir hablar de Jacob, el hijo de su hermana, salió corriendo a recibirle, le abrazó, le saludó con un beso y le llevó a su casa. Luego Jacob le contó todo lo que había pasado.
14 Y Labán le dijo: “Verdaderamente tú eres uno de mi propia sangre.”Jacob se quedó con Labán durante un mes.
15 Pasado ese tiempo, Labán le dijo:–No vas a trabajar para mí sin ganar nada solo por ser mi pariente. Dime qué salario quieres que te pague.
16 Labán tenía dos hijas: la mayor se llamaba Lía, y la menor, Raquel.
17 Lía tenía los ojos muy dulces, pero Raquel era hermosa de los pies a la cabeza.
18 Como Jacob se había enamorado de Raquel, contestó:–Por Raquel, tu hija menor, trabajaré siete años para ti.
19 Entonces Labán contestó:–Es mejor dártela a ti que dársela a un extraño. Quédate conmigo.