8 pues pensó: “Si Esaú viene contra un grupo y lo ataca, el otro grupo podrá escapar.”
9 Luego comenzó a orar: “Señor, Dios de mi abuelo Abraham y de mi padre Isaac, que me dijiste que regresara a mi tierra y a mis parientes, y que harías que me fuera bien:
10 no merezco la bondad y fidelidad con que me has tratado. Yo crucé este río Jordán sin llevar nada más que mi bastón, y ahora he llegado a poseer dos campamentos.
11 ¡Por favor, sálvame de las manos de mi hermano Esaú! Tengo miedo de que venga a atacarme y que mate a las mujeres y a los niños.
12 Tú has dicho claramente que harás que me vaya bien, y que mis descendientes serán tan numerosos como los granitos de arena del mar, que no se pueden contar.”
13 Aquella noche Jacob durmió allí, y de lo que tenía a mano escogió regalos para su hermano Esaú:
14 doscientas cabras, veinte chivos, doscientas ovejas, veinte carneros,