8 Si regresamos desde Canaán a devolver el dinero que encontramos en la boca de nuestros costales, ¿cómo íbamos a robar plata ni oro de la casa de tu amo?
9 ¡Que muera cualquiera de estos servidores tuyos al que se le encuentre la copa, y hasta nosotros seremos tus esclavos!
10 Entonces el mayordomo dijo:–Se hará como decís, pero solo el que tenga la copa será mi esclavo; los demás quedaréis libres de culpa.
11 Cada uno de ellos bajó rápidamente su costal hasta el suelo, y lo abrió.
12 El mayordomo buscó en cada costal, comenzando por el del hermano mayor hasta el del hermano menor, y encontró la copa en el costal de Benjamín.
13 Entonces ellos se rasgaron las ropas en señal de dolor. Después cada uno echó la carga sobre su asno y regresaron a la ciudad.
14 Cuando Judá y sus hermanos llegaron a la casa de José, todavía estaba él allí. Entonces se inclinaron delante de él hasta tocar el suelo con la frente,