5 Ahora bien, tus hijos Efraín y Manasés, que te nacieron aquí en Egipto antes que yo viniera a reunirme contigo en este país, me pertenecen a mí. Son tan míos como Rubén y Simeón.
6 Los hijos que tengas después de ellos te pertenecerán a ti y, por ser hermanos de Efraín y Manasés, tendrán parte en su herencia.
7 Cuando yo regresaba de Padán-aram, se me murió tu madre Raquel, en Canaán, poco antes de llegar a Efrata; y la enterré allí, en el camino de Efrata, que ahora es Belén.
8 De pronto Israel se fijó en los hijos de José, y preguntó:–Y estos, ¿quiénes son?
9 –Son los hijos que Dios me ha dado aquí en Egipto –contestó José.Entonces su padre le dijo:–Por favor, acércalos más a mí, para que les dé mi bendición.
10 Israel era ya muy anciano y le fallaba la vista. No podía ver bien, así que José acercó los niños a su padre, y él los besó y abrazó.
11 Luego dijo a José:–Ya no esperaba volver a verte y, sin embargo, Dios me ha dejado ver también a tus hijos.