1-2 Los jefes de familias levitas fueron a Siló, en la región de Canaán, para hablar con el sacerdote Eleazar, con Josué y con los jefes de familia de las tribus israelitas. Allí les dijeron: “Por medio de Moisés, el Señor ordenó que se nos dieran ciudades donde vivir, junto con campos de pastoreo para nuestros ganados.”
3 Entonces los israelitas dieron a los levitas algunas de sus propias ciudades y campos de pastoreo, conforme a lo dicho por el Señor.
4 Primero se hizo el sorteo para los clanes levitas que descendían de Quehat. A los quehatitas descendientes del sacerdote Aarón les tocaron trece ciudades, que eran de las tribus de Judá, Simeón y Benjamín.
5 A los otros quehatitas les tocaron diez ciudades, que eran de las tribus de Efraín, de Dan y de la media tribu de Manasés.
6 Después de esto, a los clanes levitas que descendían de Guersón les tocaron en suerte trece ciudades, que eran de las tribus de Isacar, de Aser, de Neftalí y de la media tribu de Manasés que está en Basán.
7 Y a los clanes levitas que descendían de Merarí les tocaron doce ciudades, que eran de las tribus de Rubén, Gad y Zabulón.
8 Los israelitas repartieron entre los levitas, por sorteo, ciudades y campos de pastoreo, tal como el Señor lo había ordenado por medio de Moisés.